testimonios + 27-29 mayo 2003 PREMIO CIUDAD DE FERRARA

 

 

El 29 de junio. Gérard Lutte,  fundador del movimiento de jóvenes de la calle de Guatemala y de la Red de amistad con las muchachas y muchachos de la calle de Italia y Bélgica ha recibido el premio "Ciudad de Ferrara" para la defensa de los derechos humanos de parte de la asociación Ferrara Tercer Mundo y de la municipalidad de Ferrara. Mandamos el discurso pronunciado a Ferrara, traducido por Nora Habed. Con cordialidad, el comité de gestión de la Red de Amistad

 

 

Agradezco con cariñoso  reconocimiento, a las amigas  y amigos de la Asociación “Grupo Ferrara-Tercer Mundo” y a la Administración de la Alcaldía por el premio “Ciudad de Ferrara” que acepto con mucho gusto, no por mí, sino por mis maestras y maestros de vida, las muchachas y los muchachos de la calle de Guatemala y por todas las personas que, animadas por una profunda amistad, les apoyan en sus esfuerzos por defender sus derechos con la creación de un movimiento auto-promovido de las y los jóvenes de la calle.

 

Las niñas, los niños y los jóvenes de la calle, personas a las cuales son negados todos los derechos humanos, comenzando por el derecho a vivir, son la metáfora de la sociedad mundial de hoy, en la era de la globalización neoliberal, donde triunfa el derecho de la fuerza brutal del mercado y de la ganancia. En esta dictadura mundial del dinero, los derechos de las personas y de los pueblos son sistemáticamente aplastados aunque si para crear consenso se proclama actuar contra el terrorismo a favor de la libertad y de la democracia. La guerra contra Irak y la ocupación militar de este país, manifiestan la naturaleza del mundo dominado por el imperio de las multinacionales del petróleo, de los armamentos, de las finanzas que imponen, con la fuerza brutal de las armas y si lo considera necesario, su dominio sobre el planeta. Ya antes de las guerras contra Yugoslavia, Afganistán, Irak, había comenzado la tercera guerra mundial, la más cruel de todos los tiempos, una guerra económica conducida con ingentes robos, rapiñas, expoliaciones de los recursos de infinitas masas de personas, de países enteros y continentes. Minorías siempre más feroces de ricos que se vuelven cada vez más ricos con la miseria creciente de las masas populares, de categorías sociales como la de los jóvenes y de continentes enteros. Ya decía Ambrosio de Milán, en el siglo cuarto de nuestra era, que a los origines de toda fortuna hay siempre sangre y rapiña..

 

Las niñas, los niños, las y los jóvenes de la calle son sin embargo, la metáfora de un mundo posible distinto, porque son rebeldes, no integrados, resisten, rechazan los modelos dominantes, dan mas importancia a la amistad y al compartir que a los bienes materiales.

 

En América Latina, las muchachas y los muchachos de la calle son hijos e hijas de la invasión española, del capitalismo que empezaba a desarrollarse con bárbaros etnocidios y rapiñas en todo un continente. En la comunidad Maya, no existían niños de la calle, los huérfanos eran acogidos en otras familias. Los niños de la calle nacen en una sociedad que da más importancia al dinero, al poder, este cáncer de la humanidad, que a las personas humanas.

 

En Guatemala, su número ha crecido a desmedida seguidamente al genocidio de más de 200.000 personas, perpetrado en los años ’80 por el ejército, y otras bandas armadas, durante las sanguinarias dictaduras de los generales Lucas García y Efraim Ríos Montt. Este feroz genocidio fue apoyado por el gobierno de los Estados Unidos: la CIA, el pentágono, adiestraron, financiaron y armaron bandas de asesinos, de torturadores y de violadores. Esta guerra contra los pobres ha empujado casi un millón de indígenas y de campesinos mestizos, a buscar un refugio en las ciudades, particularmente en la capital. Han construido decenas de casuchas que circundan la metrópolis de una cintura de miseria o se instalan hasta en el centro de los barrancos colmos de casuchas que se ven colgar aun en las pendientes inestables. Las lluvias torrenciales, frecuentes durante el invierno, sepultan bajo el lodo decenas de cabañas y de pobres. El terremoto del ’76 canceló miles de personas de los barrancos.

 

La miseria creciente, provocada por la economía neo-liberal ha acentuado el éxodo del campo a la ciudad y provocado el surgir de otras decenas de asentamientos de miseria. Para escapar de estos lugares de violencia y de aburrimiento, centenares de muchachas y muchachos buscan el vivir en la calle.

 

El caso que modela el curso de la existencia humana, me regaló la suerte de encontrar estas muchachas y estos muchachos en el '93 y este evento cambió mi vida, me hizo entender, como decía  uno de los primeros aviadores, el francés Guynemer, que no dse ha dado nado hasta cuando no se ha dado todo, que las opciones deben ser radicales y no a mitad, que en la vida solo cuenta la amistad, el amor universal, que si es cierto, privilegia las más débiles, las más excluidas de las personas humanas.

 

Me había formado, antes de conocerlos, una idea de los niños de la calle viendo los documentarios, leyendo publicaciones que evidencian sobre todo los aspectos negativos de su vida: hambre, frio, enfermedades, drogas, humiliaciones, dolor, violaciones, muerte, odio y exterminio por parte de los policías, guardias privados, militares, paramilitares, escuadrones de la muerte. Pero presentarlos solo como victimas de las injusticias sociales no permite de entender la realidad de su existencia y de respetar su dignidad: son personas dotadas de una grande gana de vivir que logran sobrevivir en un mundo enemigo sin sofocar los sentimientos, las emociones, el sentido de su propia dignidad y de una sorprendente vida interior. Una visión piadosa favorece iniciativas asistencialisticas que no respetan su autonomía, sus capacidades, sus proyectos, su posibilidad de participar a la construcción de un mundo más humano.

 

Dejo la palabra a una muchacha que mejor que yo puede dar a entender quienes son las muchachas y los muchachos de la calle:

 

“Yo estaba con mi papá y mi mamá: mi familia era integrada, no faltaba nada en la casa porque había mucho amor, éramos todos unidos y estudiábamos... Hice los primeros dos años de la escuela primaria... Después mi papá murió y mi mamá tuvo un golpe, se enfermó, no habló más, sus manos se torcieron y no pudo trabajar más en la casa... Mi madre no podía hacernos asistir mas a la escuela y nos pusieron en un pensionado estatal y ahí hice el tercer año de primaria.

Tuve problemas con cuatro muchachos y como ya desde hacia un año mi hermana iba afuera y sabia donde estaba, fui a buscarla al puente (donde las muchachas esperan los clientes)... En la noche fuimos donde un hombre que vendía cola, nos dejo entrar en un cuarto y comenzados a inhalar cola.

 

Después me puse a beber, a fumar, a ir al puente… Algunos amigos me invitaron a fumar la coca... Me gusto inmediatamente y continué a tomar coca, cola, solventes, a fumar, a beber. Después pasé por la marihuana, los psicofármacos, cocktails de cerveza, alcohol y psicofármacos.

 

Cuando comencé a inhalar el pegamento e alucinaciones que estaba matando a una amiga, que ella se estaba ahogando y me dije que no habría inhalado mas... Otra vez que había regresado a mi casa y que estaba mi papá que no había muerto... Durante una noche vi hombres negros que tenían una corbata roja y sentía que esta alucinación me agarraba y mataba... Había una mujer desnuda en un serpiente en la puerta de un cuarto en una pensión, había un hoyo en medio a la serpiente y a través del hoyo veía una mariposa que salía y se engrandecía, después un gusano y del gusano un corazón... veía muchas figuras que salían... Una vez desde el puente veía que la calle se había engrandecido y que los vehículos venían en sentido contrario... Una vez tenia la custodia de una niña porque su madre había caído presa, vi en el cielo letras grandes, doradas, que decían “Baby” y en medio,  mi nombre y brillaban, después vi un corazón grande rosado y celeste, con un niño al lado y en medio decía Carlos, así se llamaba mi padre...

 

Bebiendo, me sentía aturdida y se me olvidaban los problemas… el cigarrillo calmaba mis nervios, con el cigarrillo, el alcohol y la cerveza, olvidaba mis problemas pero me volva triste, me ponía a llorar… También con la marihuana me olvidaba de los problemas, me ponía a reír, me daba hambre y sueno; con la coca si tenia sueño me despertaba...

 

En los grupos de los muchachos y muchachas no hay jefes... Muchos muchachos y muchachas se unen y por esto los grupos dan la impresión de ser bien integrados pero no lo son... Hay grupos que son enemigos, que se hacen la guerra entre ellos. Los del mismo grupo se ayudan, si uno ha robado y otro no logro hacerlo, le dan dinero... Hay muchachos que se comportan bien con las muchachas, otros no, pero la mayoría nos invita a comer, a beber, a muchas cosas... Antes en los grupos daban una píldora a las muchachas nuevas que llegaban y todos abusaban sexualmente de ella, pero ahora ha cambiado, el grupo se ha calmado un poco porque muchos están en la cárcel, otros ya no están mas en la calle, otros han muerto... no es como antes...

 

Al puente llegan muchos hombres y las muchachas dicen cuanto quieren por vender su propio cuerpo... Yo tenia doce años la primera vez que fui al puente... Los hombre van con las muchachas de cualquier edad como cuando uno quiere (comprar) una bola o cualquier otra cosa, escoge el color y busca el objeto que le gusta... Así son los hombres!... Llegan, preguntan cuanto y buscan la muchacha que les gusta... Cuando llega una niña buena, rellenita, nueva para hacer esto, la escogen mas a menudo y dejan las otras aparte porque ya han estado muchas veces con ellas, y cuando se cansan de esta niña, empiezan con otra... Es peligroso por las enfermedades venéreas como el SIDA. En la casa-hogar nos ponen en guardia, non hacen el examen médico todos los miércoles, nos dan preservativos... Si uno me decía que no quería ponerse el preservativo, que no le gustaba, yo le inventaba historias, le decía que le habría dado una enfermedad, entonces le daba miedo y se lo ponía... Había un gringo que se ponía hasta dos preservativos!...

 

Es verdaderamente un abuso que estos hombres vayan con niñas pequeñas, hay hombres que son casados, que tienen hijos e hijas y me pongo a pensar... no que lo desee... que una de sus hijas habría podido hacerlo y que uno de sus amigos habría podido abusar de ella... No creo sea correcto.

 

Estuve solo una vez en la cárcel para menores y cuatro veces en la zona 18, en la cárcel de las grandes. En la cárcel non dan solo frijoles crudos, pan seco y café, se duerme en el cemento... Llegan mujeres de todo tipo, de los burdeles, lesbianas, sin documentos de identidad... Después cuando estaba ahí, en la zona 18, llegaba una señora, dueña de cuatro burdeles, a buscar muchachas, porque hay muchachas que tienen una gran desesperación, como nosotras. Ella les decía que convenía ir a trabajar con ella y muchas terminaban en los burdeles y costaba mucho irse de ahí... Una vez esta señora nos llamo y le dijimos que no...

 

Una vez los policías nos tomaron a las diez de la noche en la pensión donde alquilábamos un cuarto y nos llevaron lejos en el campo... y me dijeron: ¿”Qué prefieres, ir a la cárcel o hacer el amor conmigo?” “Prefiero ser arrestada y no que usted haga algo con mi cuerpo!” y él “Si voy contigo a un burdel, tu cuerpo no vale nada, el cuerpo de una prostituta vale mas que el tuyo, tu no vales nada, ni siquiera un centésimo”. “Yo me puse a llorar porque me había herido. Me tomo mis datos y me dijo: “Ve... afuera!.. Cuento hasta tres y no te quiero ver mas aquí si no las mato! Y apunto su revolver hacia nosotras... Me dan asco los policías cuando me hacen esta propuesta... Cuando me prostituia, muchos hombres me daban asco, entonces pensaba que lo hacia solo por dinero, no porque lo quería o me gustaba, algunos me pedían un beso y yo no lo daba e me ponía en la boca el saquito de pegamento y no les dejaba tocar todo mi cuerpo, me quitaba solo la falta, el resto lo cubría y no les dejaba tocarme, cuando me tocaban me daba asco sentir sus manos gruesas, feísimas, sobre mi cuerpo.

 

Muchas veces pensaba que no era importante para nadie, a menudo me sentía sola y me ponía a llorar… pensaba de no valer nada… decía que quería morir, que no quería estar así, que la gente no me quiere... La gente nos trata mal, escapa de nosotros, tiene miedo... A veces hay niños que solo les miran y ellos los echan, aun los hombres con los cuales se han tenido relaciones sexuales tienen miedo de ser robados... La directora y los educadores se pusieron a hablar conmigo, me dijeron que yo soy muy importante, me di cuenta que me quieren no porque me lo dicen sino por los hechos, porque me han traído aquí, hablan conmigo, me aconsejan...

 

Antes pensaba que estando en la calle me habría vuelto muy importante, que habría hecho mas que los otros y estaba orgullosa de estar en la calle… Pero con el tempo te vienen ganas de cambiar ciertas cosas y no lo puedes, te vuelves triste… Yo no me siento orgullosa de haber estrado en la calle, estaría orgullosa si hubiera salido de la calle.

 

Si me quedo aquí, en la casa, puedo obtener muchas cosas pero a causa de la droga pienso que me es difícil; es duro separarse de la droga, pero es posible. En la calle no eres nada para la gente, aquí puedes estudiar, saber algo, la gente te considera como una persona que vales... Creo que quedándome aquí puedo cambiar, lograr volverme una persona de gran utilidad. Con mi comportamiento pienso que mi hermana pueda cambiar, me hace daño que mientras yo estoy cambiando un poco, mi hermana es la misma, las drogas la pueden matar... Aquí tengo problemas, pequeños, me miran mal y ya para mi este es un problema y pienso de irme. Pero pienso debo quedarme aquí por mi hermana, le debo aconsejar y decirle de cambiar, pero si la aconsejo y soy igual a ella no podemos cambiar ni una ni la otra... No le permiten de venir aquí, ni de llamar, pero nos escribimos cartas y así estamos en contacto... Le digo que la quiero mucho y otras cosas que la animan...

 

(Quieres que le diga algo de tu parte?). Quisiera decirle de pensar mucho a las cosas que esta haciendo, esperamos que reflexione antes de que sea demasiado tarde, porque ahora hay una solución que después no tendrá mas... Quiero decirle de pensar bien a las cosas antes de hacerlas, de no ser tan aventada... No quisiera que hubiera en ella rencor o amargura, sino que tenga amor, que pueda quererse un poco y que piense que puede cambiar.

 

Recogí en los meses de abril y mayo del ’93, las historias de vida de cincuenta y nueve muchachas y muchachos de la calle, compartiendo tiempos de su vida en la calle y en casas-hogares, constatando que no lograban quedarse por mucho tiempo en las instituciones, que no soportaban ser sometidos a las reglas de los adultos, a no decidir por su propia vida, a ser separados de su compañera o compañero o de sus hijos... Tenia dudas sobre la metodología educativa autoritaria de las instituciones, en el hecho en que no promovían la participación de los jóvenes a las decisiones, que no animaban al espirito critico y al compromiso social y político contra las causas de la pobreza, que no apoyaban las muchachas y los muchachos que podían salir de la calle sin un tiempo de reclusión en las instituciones. Me ilusionaba que era posible hacer cambiar alguna institución con la cual había empezado a trabajar durante las dos, tres estadías que hacia en Guatemala cada año.

 

Sin darme claramente cuenta al principio, un proyecto alternativo empezaba a formarse en las relaciones de amistad con las muchachas y los muchachos de la calle, escuchando sus exigencias, tratando de apoyarlos en sus esfuerzos por realizar sus sueños. En enero del ’94, una muchacha firmó el primer contrato en el cual se comprometía a salir de la calle y de la droga y de dar los cuidados necesarios a su hijo en cambio de una contribución para aprender el oficio de peluquera y vivir de manera digna. Un amigo italiano, párroco de un barrio popular, aceptó de darle el apoyo moral y psicológico en este duro proceso de cambio de vida. Hoy trabaja con nosotros como educadora de la calle.

 

En abril del mismo año, la niña de trece años de quien les conté la historia, me pidió de ayudarla a salir de la calle sin entrar en una casa-hogar porque estaba embarazada y quería otra vida para su hija. Me había tocado mucho el cuento de esta niña,  su capacidad de análisis y la delicadeza de sus sentimientos, y al final de la entrevista le dije: “Tu tienes cabeza para estudiar en la universidad y si quieres te ayudaré a estudiar!”. Me pidió la ayuda para otras cosas, más urgentes y desinteresadas. Hoy se está preparando para entrar en la universidad.

 

En el mismo año y en el sucesivo, otras muchachas firmaron un contrato, quien para estudiar inglés o el oficio de peluquera, o la guitarra, quien para ser formado en Italia. Hoy todas viven afuera de la calle después de un recorrido difícil tortuoso, con regresiones, “caídas”, dicen ellas, con estadías para algunas en la cárcel, para una en un burdel - lugares en los cuales continuábamos encontrándolas, solo para estarles más cercanos, sin juzgarlas o interrumpir la relación de confianza con ellas, respetando sus opciones. Las muchachas de la calle han sufrido en la infancia abandonos, violencias, violaciones, están heridas en el cuerpo y en el alma, a menudo se sienten inseguras, no se estiman, han interiorizado los prejuicios de la gente común que la ve como basura. No es fácil para ellas reivindicar sus derechos de personas humanas. Juntos, hemos entendido que dejadas solas a sí mismas, era demasiado difícil cambiar vida, que era necesario organizar encuentros con ellas, formar un grupo de auto-ayuda. Así nació el grupo de las Quetzalitas, nombre que escogimos porque el quetzal, espléndido pájaro tropical con el pecho rojo y una larguísima cola verde, es símbolo de la libertad. Como las muchachas y los muchachos de la calle, no sobrevive en una jaula.

 

Este grupo respondía a las exigencias de un número muy restringido de muchachas, las que querían salir de la calle. ¿Qué hacer para todas las otras y para los muchachos que vivían en la calle y que encontraba todos los días? Con las muchachas, menos numerosas de sus compañeros, se organizaban actividades todos los domingos, días de vacaciones de las instituciones. Hablando con las muchachas y los muchachos, entendimos un poco a la vez que era necesario crear en la calle, una organización auto-promovida que fuese capaz de defender sus derechos, mejorar la calidad de su vida y también apoyar aquellas y aquellos que querían volver a la sociedad. En una asamblea realizada en el ’95, con unos ochenta muchachas y muchachos de varios grupos de la calle, la propuesta de formar una asociación auto-promovida fue tomada a la unanimidad. Fue también discutido el tipo de organización articulada en asambleas de grupos, asambleas generales y coordinamiento formado por delegados de cada grupo. Se trazó también un programa de máxima para responder a las exigencias vitales de la población de la calle.

 

Era un lindo sueño. Un sueño loco e insensato, nos dijeron los responsables de las asociaciones de los niños de la calle que desde hace años trabajan en el país y rechazaron la propuesta de participar a la elaboración y realización de este proyecto, tal vez justamente porque era antitético a su praxis y a sus teorías y modos de ver a las muchachas y muchachos de la calle.

 

Para realizar al menos en parte este sueño, se han necesitado muchos años. Era necesario partir de la vida de la calle con sus valores – la amistad y el compartir -, sin los cuales es imposible sobrevivir en un mundo hostil. Era necesario reforzar estos valores y acompañarlos cada vez más en el camino de la auto-promoción, de la autodeterminación, de la amistad liberadora. No regalar nada porque la limosna humilla, no ayuda a librarse. Todo se conquista con el trabajo, el esfuerzo personal y comunitario.

 

Fue difícil encontrar y formar educadoras y educadores – nosotros los llamamos acompañadoras y acompañadores – convencidos que las muchachas y los muchachos de la calle son capaces de coordinar un propio movimiento y preparados para participar a esta aventura.

 

Después de años de esfuerzos, de logros y derrotas, de esperanzas y desalientos, hemos llegado, en agosto pasado, después de haber superado las ultimas resistencias de los adultos, a la fase de la gestión común en la cual todas las decisiones son tomadas no mas solo por los adultos, sino también junto a los jóvenes, en asambleas generales o de sector. La asamblea ha elegido un coordinamiento de siete muchachas y muchachos encargados de actuar con los educadores las decisiones de la asamblea y de guiar la actuación de la programación decidida por todos. En agosto del próximo año, debemos llegar a la fase de la total auto-promoción en la cual todas las decisiones serán tomadas por las muchachas y muchachos mientras los adultos tendrán solo un rol de consejeros y de técnicos.

 

Partiendo de la praxis, de encuestas e investigaciones, estamos elaborando un método educativo centrado en las personas individuales y en la amistad liberadora. El movimiento se construye en la calle con los numerosos grupos de muchachas y muchachos que ahí viven. Con ellos se decide qué hacer para responder a sus necesidades vitales: limpiar juntos el lugar donde viven, cuidar la higiene personal, hacer frente a las emergencias, a las ondeadas de frío, a los ataques de los escuadrones de la muerte o de las sectas religiosas, a las redadas de la policía. Y, en el dialogo de amistad, se descubren los valores, los objetivos, el modo de estar juntos.

 

En una segunda etapa, las muchachas y los muchachos que deciden de hacer parte del movimiento, entran en la casa de la amistad. Firman un contrato que aclara sus derechos (uso de las duchas y lavabos, comidas, cuidados para la salud física y psíquica, asistencia legal, etc.) y sus deberes (respetar las normas de la convivencia elaboradas por ellos mismos, comprometerse en los cursos de alfabetización, de instrucción, de formación profesional, participar a los laboratorios de expresión artística y de producción artesanal, hacerse cargo de ellos mismos y de sus compañeras y compañeros de la calle). La muchacha o el muchacho, cuando se vuelve capaz de asumir la responsabilidad de los otros, se vuelve socia o socio a pleno titulo del movimiento y puede ser elegido en el coordinamiento.

 

Las muchachas que salen de la calle pueden hacer parte del grupo de las quetzalitas. Instrucción, formación profesional, búsqueda de un trabajo, de un alojamiento y sobre todo, lugares y momentos de ayuda reciproca, compartir el vivido, reforzar lo que es frágil: estos son los objetivos de este grupo, salido de la calle. Y que regresa a la calle para compartir la amistad con quien se ha quedado. Un objetivo importante de este grupo es de formar las jóvenes madres a educar sus hijas e hijos para evitarles la experiencia que favorecen la opción de la calle. Con gran sabiduría me decía una adolescente de catorce años “no se sale casi nunca totalmente de la calle” y es fácil regresar, es más fácil vivir en la calle que afuera. Es con los hijos que podemos esperar de romper el circulo vicioso que lleva a la calle.

 

Los muchachos que han salido de la calle tienen también ellos un grupo que llamaron

 “Nueva Generación”.

 

Algunos resultados se han lo grado en estos años. Muchos estudian: nuestro sueño es el diploma de la escuela básica para todas las muchachas y muchachos de la calle, el próximo año, tres de ellos deberían inscribirse en la universidad, muchos siguen un curso pre-universitario para educadores populares. Los grupos de la calle son mejor organizados. Estamos tratando de organizar actividades productivas para mejorar las difíciles condiciones de vida de las  personas individuales y asegurar algunos recursos al movimiento.

 

No obstante todo, en la calle nada es adquirido una vez para siempre, todo se debe conquistar día a día. Basta una redada de la policía o de una secta religiosa, la expedición de los escuadrones de la muerte, asesinatos o violaciones, estadías en la cárcel, una enfermedad que evapora la poca plata que permite de sobrevivir en el día, para destruir meses de esfuerzos. El llamado a la droga – no se puede sobrevivir en la calle sin droga -, la inseguridad y la falta de confianza en si mismos, dificultad en las relaciones con los otros, falta de recursos suficientes para alquilar un cuarto y asegurar a los hijos la alimentación suficiente, pueden hacer volver a la calle quien ya la había dejado desde hace meses. Quien ha sido elegido en un puesto de responsabilidad, puede desanimarse y abandonar el cargo. Muchos tratan de salir de la miseria y de la desesperación buscando de emigrar clandestinamente en los Estados Unidos. Otros desaparecen en pocos meses afectados por el SIDA, para ellos no hay remedios porque las multinacionales farmacéuticas prosperan con la sangre y la muerte de los pobres. Se vive la calle como se vive la vida: en la precariedad y en la transitoriedad constantes. La calle es el espejo de nuestras vidas, somos más semejantes a las muchachas y a los muchachos de la calle de cuanto pensamos.

 

El movimiento pudo desarrollarse en Guatemala gracias a la solidaridad de personas y grupos de Italia, ahora coordinados por una red de amistad con las muchachas y los muchachos de la calle… Una red nacida junto al grupo de las quetzalitas por la iniciativa de una amiga que propuso a otras personas de asumir el gasto de una beca de estudio o de una formación profesional. Gracias a una organización no gubernamental italiana, Terra Nuova, hemos recibido una subvención de la Unión Europea que nos permitió de comprar una casa y muchos equipos. Pero ya estamos por terminar esta subvención y es imposible, en las circunstancias actuales, recibir otras subvenciones importantes. El gobierno italiano ha escogido la cooperación militar y  empresarial y bloqueado las subvenciones a las organizaciones no gubernamentales. Mejor así: nuestra Rede deberá aumentar la generosidad y creatividad para asegurar al movimiento los docemil euros de los cuales necesita cada mes, el doble de lo que logramos recoger cada año. Nuestra Red esta formada por personas no ricas, comprometidas a menudo en el trabajo social y solidario, por grupos de jóvenes, a veces por jóvenes que han hecho la experiencia de la droga y saben qué es la vida de la calle. Todo el trabajo se realiza de manera voluntaria. Nuestra sede, nuestra computadora, lo ha puesto a disposición uno de sus socios. No queremos la limosa de los opresores, el movimiento no tiene necesidad de grandes recursos pero no puede vivir sin la amistad entre las personas que buscan la justicia y comparten lo que tienen, lo que son con los otros.

 

Desde el ’94, grupos de estudiantes universitarios van a Guatemala durante las vacaciones de verano para compartir la vida de las muchachas y muchachos de la calle. Una decena d estudiantes de psicología de la Universidad “La Sapienza” de Roma han desarrollado su tesis de doctorado en los varios aspectos de la vida en la calle. Otros hacen su complemento de estudios de seis meses con el movimiento.

 

Por esto en la solidaridad no es tanto importante el dinero, sino la amistad de personas que en Italia o en otros países están comprometidos por construir una sociedad más justa sin niños hambrientos y humillados en su dignidad de personas. Esta amistad con las muchachas y los muchachos de la calle, permite a muchas personas de encontrar el sentido de la propia vida y los valores esenciales de la propia humanidad.

 

Las calles de Tercer Mundo atraviesan nuestro continente. Aquí también, las niños y los niños son maltratados, violentados, asesinados mientras la miseria y la desesperación neo-liberal aumentan continuamente.

La alternativa al proyecto de muerte de la globalización neoliberal, a la muerte anunciada de la humanidad y de la naturaleza y del humano en el hombre, no puede que ser un proyecto global de amistad fundado en el respeto de todas las personas humanas, de todas las culturas y de todos los pueblos, y también de la tierra, nuestra madre tierra humillada y expoliada por los patrones del mundo. El movimiento de las muchachas y muchachos de la calle en Guatemala, nuestra Red en Italia, se reconocen en el vasto movimiento mundial, formado sobre todo por jóvenes que se oponen a la barbarie y a las guerras de la economía neoliberal globalizada. La historia no ha terminado, otro mundo es posible y lo podemos construir desde abajo. Y esto espera a ustedes jóvenes de hoy, el desafío de resistir, nuevos guerriglieros a la dictadura mundial del dinero para inventar un mundo nuevo, un mundo de amistad, en unión con las y los jóvenes de todos los pueblos de la tierra.

                                                                    Gerard Lutte