testimonios + 2014 Septiembre 1, Guatemala

 

Queridas compañeras y compañeros de “Suya Strada”,

Es un placer para mi enviarles los comentarios que niñas, niños y jóvenes del Mojoca que participaron a la visita del 15 de agosto expresaron en reuniones de grupo.

Dedicamos este trabajo a las niñas y niños de su asociación explotados en la peligrosa fabricación de cohetes.

Con la esperanza que esta visita haya sido el inicio de una colaboración entre nuestras asociaciones les envió un cordial saludo de amistad de parte de todo el Mojoca y mía,

Gerardo

 

El MOJOCA visita a las niñas y niños y a su Asociación “SULLA STRADA”.

Unas participantes cuentan su experiencia

1. Las niñas y niños.

El día 15 de agosto de 2014 33 niños, niñas, jóvenes y asesores del MOJOCA visitaron en un caserío aislado de la Municipalidad de San Raymundo La Asociación “SullaStrada”, fundada por el padre Carlo Sansonetti en el 2002. La Asociación trabaja con niñas y niños que trabajan con sus padres en sus casas de madera y lámina fabricando petardos. Es un trabajo muy peligroso que ya ha provocado mutilaciones de la mano entera, graves quemaduras en todo el cuerpo. Por eso Carlos ha fundado un Centro de Salud donde vienen decenas de médicos de Italia.

Ha creado también una escuela pre-primaria y primaria donde estudian 200 niñas y niños. La Asociación comprende también una finca de 25 manzanas donde se cultivan frijoles, maíz, güisquil y varias fincas en donde se crían pollos y vacas.

Los niños y los jóvenes les cuentan en ese documento su vivencia de este inolvidable día de amistad con los niños y niñas, Padre Carlo y los trabajadores de San Raymundo.

Las entrevistas fueron recogidas por Claudia (Niñas y niños, muchachas de la casa 8 de marzo y jóvenes de la calle), por Laura (Comité de Gestión) y por Rony (Casa de los Amigos).

Michele, 8 años: Me gustó que los niños se esfuerzan en el trabajo de petardos para ganar un poco de dinero. La escuela me gustó mucho, era muy lindos los niños que estaban, se pusieron muy contentos cuando les llevamos los cubiletes.

Aprendí que todos tenemos los mismos derechos aunque seamos ricos, pobres, no importa la clase, todos somos iguales. También es lindo que Carlos apoye a los niños. Me gustó el campo, sus siembras de milpa, limón ejote, frijol, maíz etc. Estuvimos jugando con los niños más  pequeños, las maestras son muy amables con los niños, me gustó la actitud de todos ellos.

Me dio tristeza porque el año pasado murió una familia por la pólvora. En la escuela vi un niño quemado, le quise hablar pero el no quiso.

Luego fuimos en grupos a las casa de los niños; a mí me tocó en el grupo de seño Mirna. Vi a niños pequeños de 4 años que ponían mechitas dentro de los petardos. En una familia vi trabajando adultos y niños; a los adultos les pregunté cuánto ganaban por hacer ese trabajo, me dijeron que ganaban Q125 por familia. Me dio tristeza ver a niños arriesgando su vida por hacer petardos. También me gustó el centro de salud, habían varias clínicas, de consulta externa, dental, psicología, medicina general etc.

Lo que aprendí es que todos tenemos los mismos derechos. Me gusta que alguien como Carlos esté apoyando a los niños pobres para que ellos tengan un lindo futuro.

Ana y Ilce: Hacer un proyecto para recaudar más fondos para los niños de San Raymundo.

llce 9, años: Me gustó el viaje porque fue una gran experiencia de conciencia. Me gustaron los juegos, la escuela, la actitud de los niños que estaban felices por nuestra llegada, la cual para nosotros fue muy especial. Hay cosas muy lindas en San Raymundo como no las hay aquí: el campo, siembras y los niños felices. En el campo vi vacas, toros, fue divertido cuando nos fuimos en tractor. Me gustó el campo, luego nos llevaron al campo me gusto el aire puro, sus siembras de milpa, limón, güisquil, macuy, ejote, muy bonito. Después nos llevaron a las casas donde vivían los niños; me sentí triste porque los ponen a trabajar y ellos tienen que estudiar jugar y no trabajar en algo muy peligroso para ellos que son los petardos. Hay que ir al Ministerio de Gobernación y hablar de los niños que no deben trabajar.

Recaudar fondos para darles comida, estudio. Me gustaría regresar por los juegos, la comida me gustó mucho. Tenemos que ver cómo recaudar fondos para ayudar a los niños de San Raymundo.

Emili, 7 años: Me gustó porque los niños se veían felices; me gustaron las canchas, el jardín, la escuela había varias clases de parvulitos, primero, segundo, tercero etc. Me sentí bien porque jugué con los niños, compartí con ellos.

Me gustó cuando fuimos al campo a ver las vacas, luego caminamos para ir viendo y conocer el campo, las flores bonitas que había.Vimos cosechas de maíz, güisquil, quilete, limón naranja etc.

Luego nos llevaron a conocer las casa de cada niño que estudiaba en la escuela. Fue triste verlos trabajar, habían niños grandes y pequeños; había uno pequeño ayudando a su papá, pienso que hay que hacer algo para que ellos ya no trabajen y no hagan más petardos.Ellos tienen que estar en una escuela estudiando. Pienso que deben ayudarlos y también que deberían de tener un plato más grande de comida.

Benjamín, 9 años: Me gustó haber ido a San Raymundo. Fue bonito ver a muchos niños sonriendo por nuestra llegada y nos recibieron muy bien. Don Carlos es muy buena persona por apoyar a los niños. Me gustó la escuela, los juegos, los columpios; me gustó cuando jugamos en las canchas. Me gustó la comida “El Pinol”.

Me gustó el campo por el aire puro que se respira allá, ver las vacas; luego caminamos para ver cómo era el campo y ver las cosechas de frutas y verduras.

 

Me gustó el centro de salud. Había un cuarto de dentista, consulta externa, y unos dibujos que había en uno de los cuartos que estaban ahí.

 

No me gustó que los niños estén trabajando en algo muy peligroso, los petardos. Había varios niños trabajando, pequeños y grandes, al igual que sus papás. Hay que apoyarlos y hacer un proyecto para que ellos no trabajen más en hacer petardos, porque eso es muy peligroso para ellos y se pueden quemar. Quiero que ellos tengan un buen futuro, que tengan una casa de block y no de lámina y que tengan más alimento.

 

Bryan, 8 años: Me gustó el viaje a San Raymundo porque los niños nos recibieron muy bien. Aprendí que era muy importante el estudio y valorar lo que tenemos porque hay personas que desean tenerlo y no lo tienen. Me gustó la escuela porque era diferente a la de la ciudad, los juegos y los niños, que estaban muy felices. Jugamos con ellos; me gustó la comida “Pinol”. Me gustó el aire puro que se respiraba ahí por los árboles, me gustó el campo porque había muchas siembras de verduras y frutas.

 

Después nos llevaron a varias casas de diferentes familias, vimos a niños de más o menos de cuatro años de edad; es muy triste verlos trabajando porque exponen mucho sus vidas haciendo petardos.Vimos también a adultos trabajando; nos dijeron que por una ametralladora de setenta y cinco metros ganaban cincuenta quetzales diarios. Los niños no deben de trabajar, sino de estudiar para poder seguir adelante y no exponer más su vida.

 

Estefany, 7 años: El viaje que hicimos a San Raymundo me gustó mucho porque es un lugar muy bonito y grande. Me gustó la escuela, tenía muchas aulas y también tenían un campo muy grande donde jugamos con los niños de San Raymundo. Fue una experiencia muy bonita. Me gustó cuando nos subimos al tractor para ir a conocer el campo, era muy grande y bonito habían muchos árboles muchas siembras de: milpa, limón, güisquil, ejote etc. También me gustó el Centro de Salud, tenía muchas clínicas de pediatría, psicología.

 

Lo que no me gustó fue ver a los niños trabajando. Había niños de cuatro años de edad haciendo petardos; ese trabajo para ellos es muy peligroso. Había adultos trabajando también. El pago por hacer petardos es muy poco. Dijeron algunas de las familias que ganaban ciento cincuenta quetzales a la semana y quinientos quetzales al mes. Para los niños este trabajo es muy peligroso.

 

Brayan y Estefani quieren darles juguetes a los niños. Les gustaría que el MOJOCA tuviera una finca, porque así todo sería más sano para todos. Que sean doscientos juguetes para los niños de San Raymundo. Apoyarlos, hablar con los papás para que ya no los pongan a trabajar. Que sigan estudiando, visitarlos, darles juguetes, libros, para que aprendan a leer y escribir.

 

2. Jóvenes que están viviendo en la calle

Juan Carlos: Ese viaje me dejó impresionado porque a pesar de que trabajan con petardos no les falta una sonrisa, a pesar del peligro que corren. Con tan solo una chispita puede pasar de todo. Me dejó sorprendido porque ellos tienen una gran habilidad para trabajar en la producción de petardos.

Estefany: Lo que me gustó de San Raymundo fue, como nos contó Don Carlos, que antes ese era un lugar abandonado y nadie sabía que existía. Luego don Carlos hizo un proyecto y fue de hacer una escuelita; ahora ya es más grande, tiene varias aulas y tienen como 11 maestros. A pesar de que son gente humilde tienen siembras de elote, frijol, etc.

También lo que me gustó fue el centro de salud, el cual lo utilizan para los niños. Lo que me impresionó más fue que a pesar de que los niños son pequeños ya trabajan; ellos no ganan mucho dinero. Hay niños de cinco o seis años ya trabajando y no tienen la libertad de jugar ni divertirse. Como dijo un papá de un niño en una de las casas, solo van a la escuela y por la tarde solo trabajan y el pago no es mucho. Lo que pienso del proyecto de Carlos, es que hizo, aparte de una escuelita para los niños, siembras de limón, naranja, güisquil, tenía animalitos, vacas etc., todo lo que sale de ahí es como una producción que ellos salen a vender.

Lo que me enseñó fue que a pesar de que uno tiene las cosas, no lo aprovecha porque hay gente que lo necesita y nosotros lo desperdiciamos. Hay chicos a los que les consiguen trabajo y tienen la  libertad de salir, no como en San Raymundo, que allá solo a estudiar y trabajar, y aparte el lugar es muy lejano.

Podríamos ayudarlos haciendo un voluntariado e ir alláy ponernos un poquito en el lugar de la gente. Al estarlos apoyando podría haber chicos que se queden trabajando ahí ayudando a la institución.

William: Cuando llegué a San Raymundo los chicos nos recibieron muy bien; los admiro porque ya trabajan haciendo petardos. Estuvo muy bonito todo; lo que no me gustó fue que no tienen la libertad de jugar, solo trabajan de 5 a 9 de la noche. Ganan poco, de eso sacan para su comida, pero no tienen calzado, andan descalzos, no tienen dinero tampoco para comprar ropa. Me gustaría otra vez ir a San Raymundo. Me gustó la charla que dieron. Allá hubo chicos que no pusieron atención; lo que podríamos hacer es que algunos chicos de calle se vayan a apoyar allá. Me gustó la comida pinol y lo que me gustó fue que a los niños les gustó lo que les llevó MOJOCA, y la próxima vez que vayamos tendremos que llevarles comida. Me gustó el campo, las vacas, unos arbolitos de limones, de naranja. Me gustaría tener las posibilidades de ayudar a los chicos pero no tengo las posibilidades.

Lo que no me gustó es que en algunas casas no hay luz y usan vela para trabajar, y eso es peligroso por los petardos.También conocimos aun niño bien quemado, también me gustó el centro de salud “Yatinto” .

Alberto, 21 años: Me gustó compartir con los niños de San Raymundo. Soy una persona que siempre me ha gustado compartir con pequeños. Me gustó la expresión en la que ellos actuaban. Me dio tristeza, no es justo de que ellos trabajen; son niños de 4 años que ya trabajan, me sentí mal y  triste. Me gustó compartir con ellos; me fui con un grupo de niños a la hora de almuerzo, me preguntaron mi nombre y si tenía un apodo les dije que sí, “panda”; ellos necesitan más amor que es el de una madre y un padre, ellos tienen que ver un futuro mejor. Lo que se podría hacer es darle un poco más de apoyo. Pienso que Carlos es un ángel para los niños, que él les abrió su corazón, les abrió un espacio para ellos. Es una bendición que le haya dado su amor a los niños, les dio eso para que tuvieran una mejor vida.

Me dejó bastante tristeza. También me dejó con la emoción de volver allá a San Raymundo, porque esos niños son más necesitados que nosotros. Me dejo una lección: que yo algún día que tenga mi familia les daré lo mejor y que no pasen lo que yo pasé.

 

3. Jóvenes Mujeres De La “Casa 8 De Marzo”

Nataly: Es un lugar muy agradable, un ambiente muy bonito, los niños muy amigables, se miraban felices en la escuela, el aire puro que se podía respirar. Se pusieron muy felices por la merienda que llevamos. Aunque por otro lado era todo lo contrario, porque había niños lastimados de sus manos por tanto uso de la pólvora y la elaboración de los petardos; a la vez me sentía triste por los niños que trabajan en ese lugar, los explotan de una manera muy fuerte. También me siento triste porque el gobierno no le pone importancia a este tipo de casos, más que se trata de niños, el gobierno debe tratar de poner atención a este tipo de casos.

Estela: Cuando llegamos allá fue una experiencia muy bonita, porque los niños nos recibieron con los brazos abiertos, ya que ellos no se imaginaron que llegaría alguien a verlos. Era muy agradable el ambiente, los juegos, la escuela. Luego que ellos pasaron a hablar, no nos imaginábamos que iba a ser tan hermoso, cada quien dijo su nombre. A la hora de comer me senté a la par de una nena, le pregunte su nombre me dijo: Michel; le pregunté si trabajaba, me dijo que sí, y en el trabajo de los petardos le pagaban un quetzal.

Luego conocí a un niño bien quemado, me dio mucha tristeza pero me agradó;  después de todo nos fuimos al campo, en el cual se respiraba aire puro. Había vacas, muchos árboles, luego nos dieron las pláticas, que fueron muy interesantes. Cuando nos llevaron a una de las casas de los niños que trabajaban,  vi que los niños estaban haciendo petardos, los vi bien concentrados, y no podían ver a otro lado la vista fija en lo que estaban haciendo, por el peligro de la pólvora. Luego nos llevaron a conocer el centro de salud,

Vimos varias clínicas. La primera era una farmacia, no había suficiente medicamento; en la otra clínica, una camilla tapada, y una mesita; en la otra  clínica, era la oficina. En la otra era una clínica dental; habían muchos aparatos,  uno de limpieza de dientes, incluso nos dijeron que usaban agua evaporada para la limpieza de los mismos.

Luego, en el otro lado cuando vi una persona poniendo mechitas en los cuetes y lo hacía rápido pensé que era porque ya tenía experiencia y años trabajando de eso. Tenían su ropa bien manchada, sus pies descalzos, y todos llenos de pólvora, unos niños sentían miedo por hablarnos, por el regaño de sus papás.

Todo es diferente en San Raymundo como aquí. La diferencia es que aquí en la capital solo vemos carros, edificios, casas, carreteras, y mucha contaminación del medio ambiente; en San Raymundo la diferencia es que el aire es puro por sus árboles. Debemos valorar lo que tenemos.

Diana: Me agradó el ambiente que hay en San Raymundo, me gustó la escuelita que tienen ahí. Había un campo grande donde jugamos pelota con los niños. Me gustó la comida que llaman “Pinol”. Me gusto el campo, las cosechas que había, de frutas. Cuando fuimos a ver a los niños sentían miedo de hablarnos. Por el regaño de sus papás no podían hablarnos porque no podían distraerse mientras hacían petardos, me sentí mal porque ellos tienen derecho a una vida diferente que es de jugar, estudiar, reír etc. También me sentí bien porque mis compañeras les hablaron de las drogas, es bueno que lo sepan porque las drogas lo único que hacen es destruir la vida de las personas. Lo que  me gustó también fue el centro de salud. Vi que no había suficiente medicamentos.

Me quedó experiencia y una gran tristeza por los niños que trabajan en ese lugar,  todo fue bonito. Debemos apoyar a los niños de San Raymundo y hacer proyectos para el beneficio de ellos.

Paola: Me gustó la actividad, compartir con los niños; más que todo me gustaría volver a compartir con ellos. También me dio tristeza por los padres y niños porque se arriesgaban bastante y también porque no tienen un sueldo fijo. La verdad me quedé un poco triste por los niños, pues a pesar de la edad que tienen ya trabajan, no como uno que lo tiene todo y no lo sabe aprovechar.

Melissa: A mí lo que me gustó fue el compañerismo y la unión que tenían todos, el apoyo que le brindaban a los niños y que haya personas aun con el buen corazón de apoyar a los que más lo necesitan. La humildad de los niños y el cariño que dan, aunque no los conociéramos, lo fácil que es para ellos regalar amistad, el esfuerzo y el agradecimiento que tienen hacia sus estudios.

Me gustó el entusiasmo y la felicidad que tenían cuando íbamos bajando del bus, sabiendo que ellos nos esperaban y la facilidad de palabra que tenían para expresarse. También le agradezco a Dios por las personas que puso en el camino para apoyarles. Aunque hagan con mucha entrega su trabajo, ellos corren peligro, ya que los niños ganan un quetzal por cada rueda de mecha que pongan en los petardos, y son demasiados; pero ellos con agilidad y perseverancia se lo ganan, sin pensar en el peligro y las consecuencias de salud como infecciones en los pulmones, ceguera y no sé cuántas enfermedades más puedan venir. Las condiciones tan humildes en las que viven ellos por ser menos afortunados.

Y lo que el Estado ha olvidado sin importar las necesidades de los más humildes. No sé si podríamos ver o hacer otro proyecto de trabajo para mejorar las condiciones de vida, el sueldo y la salud. Como ellos lo ven, su trabajo es indispensable para sobrevivir a la extrema pobreza en la que se encuentran los niños sonrientes de San Raymundo. Claro, es solo una sugerencia. El proyecto de don Carlos es muy “bueno”. Piensa en el futuro de los niños. Con respecto a las necesidades diarias y la inspiración del futuro y la educación de ellos, la alimentación, la salud, un lugar donde desarrollarse y, no menos importante, tener identidad  y una familia.

Todas las cosas que el gobierno no ve, porque no quieren trabajar o solo explotar. Yo termino agradeciendo a las personas que tienen el deseo de apoyar a los humildes por su visión, porque no son palabras, son hechos.

Gracias don Carlos, pienso que el cambio es y empieza por uno mismo, por interesarnos en los demás. Gracias San Raymundo por la alegría, la amistad y porque Dios les dio un corazón bien grande. Me encantó su comida típica “El Pinol”.

 

A VECES NO IMPORTA EL DINERO, SI TENEMOS DIGNIDAD E IDENTIDAD Y UNA MANO AMIGA.

Claudia: La experiencia que yo viví en San Raymundo fue muy especial porque nos recibieron muy bien y los niños estaban felices. Don Carlos nos dio una bienvenida muy bonita, en la cual nos explicó cuándo fundó la asociación, cómo era todo antes allí y lo que no le gustaba del trabajo de los petardos. Para mí, el hizo un gran proyecto al haber fundado una asociación para el beneficio de los niños en nuestra Guatemala, debido a la pobreza en la que se encuentra nuestro país. Son pocas las personas que hacen proyectos como el de Carlos, que es de beneficio para los niños.

La experiencia que tuve en san Raymundo fue el haber compartido con los niños, verlos felices con una hermosa sonrisa y el haber compartido con ellos. A la hora del almuerzo me senté con un grupo de niños. Ellos me preguntaron cómo era la experiencia de vivir en la calle. Yo les expliqué que la calle lo único que trae es violencia, drogas.Se viven muchas experiencias, tanto malas como buenas. Me preguntaron también si había consumido drogas, pero la única que consumí fue la del alcohol. Yo les pregunté a ellos si trabajaban. Uno de ellos me dijo que sí, trabajaba en el cultivo y hace dos años trabajó en la elaboración de petardos, y que lo malo era que no pagaban mucho, y era más el trabajo que hacían que lo que les pagaban. Otro de ellos me dijo que él trabajaba en la elaboración de petardos, pero el trabajo era muy peligroso, por la pólvora; me dijo que trabajaba de siete de la mañana a nueve de la noche.

La verdad es que me sentí mal porque la vida de un niño no es la de trabajar, sino de estudiar, jugar, divertirse e ir aprendiendo poco a poco de la vida. Me gustó también cuando nos llevaron al campo; es muy bonito porque hay siembras de milpa, limón, quilete, güisquil etc. También me gustó la charla que nos dieron de su proyecto y cómo era el proceso del cultivo.

Luego nos llevaron a conocer el centro de salud “Yatinto”. Muy bonito: habían varias clínicas, una de consulta externa, otra la oficina, de medicina general, de clínica dental. Después nos llevaron a la casa de varias familias, donde trabajan en la elaboración de petardos. Ver a los niños de seis - siete años trabajando es muy triste, porque la vida de ellos debería de ser diferente a lo que hacen, trabajar en algo que para ellos es muy peligroso y arriesgado porque deben concentrarse bien en lo que hacen, y el pago no es lo suficiente tanto para ellos como para su familia.

Esto nos hace reflexionar para valorar lo que tenemos; deberíamos de tener conciencia de lo que tenemos y pensar en las personas que desearían tener oportunidades como nos las da Gerardo, y las demás personas que nos dan su apoyo. Porque ellos creen en nosotros los jóvenes, que sabemos que sí podemos hacerlo, solo tenemos que tener confianza en nosotros mismos y veremos el éxito en nuestro futuro. Cuando quieras creer en alguien, sólo cree en ti mismo. Aprendamos a valorar lo que tenemos, ya que podemos alcanzar lo que deseamos, recordemos que el precio de las cosas es lo que estamos dispuestos a pagar y luchar por ellas, porque hoy en día muchos sabemos el precio de todo, pero muy pocos  sabemos apreciar su valor.

 

4. Jóvenes de la “Casa De Los Amigos”

Kedin: Cuando llegamos lo primero que me impresionó fue la pobreza de los niños, pero tenían una bonita escuela. Compartiendo con ellos me sentí muy  feliz y me gustó mucho ese lugar por la naturaleza que tenían. Gracias a Dios tuve una gran experiencia con ellos.

Lo que no me gustó fue la pobreza de las familias. A los niños, quisiera que se dedicaran a otra cosa. Mi deseo es que tengan un mejor futuro.

Fue una linda experiencia, antes de llegar sabía que iba a ser interesante, a pesar de que se trabó el bus y de regreso el tractor, todo fue impresionante.

 

Heber: Me di cuenta de la pobreza, tristezas y necesidades. Pero a pesar de todo me sentí muy alegre por su educación, talento y su inteligencia en medio de la pobreza. Me gustaron las canchas y las instalaciones que tenían. Lo que no me gustó fue ver que los niños tenían que trabajar muy duro para apoyar a la familia, ya que los ponen a trabajar desde muy temprano.

 

Creí que la actividad iba a ser aburrida, pero al final me vine muy feliz porque aprendí mucho, me ayudó a apreciar lo que Dios me ha regalado, como el mucho apoyo que me dan. Deseo que sean muy felices y que salgan adelante.

 

Jorge: La impresión que tuve fue que no importa la manera de vivir para alcanzar el objetivo que uno quiere, no hay que buscar esperanza, la esperanza es uno mismo. Compartir con personas que no conocíamos, fue para aprender cómo se puede vivir en la pobreza, no importa que las personas sean más o menos que uno, todos valemos por igual. Aprendí a valorarme a mí mismo. 

 

A pesar de muchas cosas, vi el valor que puede alcanzar uno cuando  ama lo único que tiene en su vida. A pesar de muchas cosas, me impresioné por el niño que dio su vida por su familia; no cualquier persona da la vida por otra, me quede  impresionado y me gustaría volver a estar junto a él y compartir y darle un fuerte abrazo como si fuera parte de mi familia. A pesar de muchas cosas, él lucha para ser alguien en la vida y también lucha por alcanzar su sueño. Vivir en la naturaleza es lo más hermoso, se aprende cosas que tal vez no conocemos, recordar que la naturaleza es como un ser humano.

 

David: Para mí fue una experiencia muy agradable y muy buena, el viaje fue una idea muy excelente. Estando allí me sentí muy feliz de estar y jugar con ellos, como la escuela y la buena educación que les dan.

 

Los niños tienen esa valentía de estudiar y trabajar al mismo tiempo, ya que el trabajo de ellos es muy peligroso, conformándose toda la familia con un salario mínimo. No me gustó el trabajo de ellos con la pólvora, no me gustó verlos trabajar con el peligro. Me dio tristeza ver que los están explotando con un trabajo peligroso.

 

Me gustaría que tuvieran más libertad y dejaran de trabajar con los petardos y que estudiaran más. Me gustaría regresar para poder ayudarlos y ver sus caras felices. También que los padres comprendan más a sus hijos y que solo trabajen las personas adultas y con un salario digno y cómodo para ellos mismos. Al principio creí que el lugar iba a ser aburrido, sin nada interesante, pero me di cuenta que estaba más interesante que nunca y aún más tratándose de ellos.

 

Alfonso: Me impresiono que nos hayan recibido bien aunque fuéramos desconocidos; nos tuvieron confianza y respeto, unos se pusieron a contar lo que hacían después de estudiar. Todos corren un gran peligro y no tienen el cuidado con los alimentos, ya que agarran sus alimentos con pólvora en las manos. Me gustaría que la organización tuviera más oportunidad para que así puedan prepararlos en el estudio y salir adelante. Es lamentable y no estoy de acuerdo que los padres pongan a trabajar a sus hijos. Es triste que a las personas que tienen el poder no les importe la vida de las personas, solo les interesa tener poder, pudiendo apoyarlos con un mejor empleo sin peligro. Al final me sentí bien y contento con ellos.

 

Erick Choc: Varias veces había visitado el municipio de San Raymundo, pero no conocía ese lugar. Qué pena que las autoridades aún no han invertido en carreteras y otras necesidades básicas. Es increíble que cerca de la capital se vea situaciones como estas, me pregunto dónde están los derechos de los niños, el Ministerio de Trabajo; me imaginé tantas cosas, que habría que consultar la situación a fondo.

Hacía mucho tiempo que no veía a niños como los que allí encontramos. Inmediatamente me hizo recordar mi niñez, cuando jugaba entre los matorrales en las calles de tierra, los cercos de caña y el sol que nos ponía morenitos a todos los que salíamos a las calles; donde eran escasos los medios de transporte, y con la diferencia de que nadie trabajaba para sostener la familia como lo hacían todos estos pequeños. Hablé con un niño  pequeño y muy tierno donde me tocó entrar a visitar; le pregunte por su nombre y  e dijo que se llamaba Chico y tenía 7 años.

Sinceramente no tenemos nada que reclamarle a Dios, a pesar de que a veces pasamos dificultades y nos quejamos de que no alcanza el dinero, con experiencias como estas nos deberíamos animar más y sentirnos bendecidos Qué lamentable que no nos acompañaron más trabajadores para que todos manejemos la mismas experiencias sobre la situación de la pobreza.

Me comprometí con Carlo para de nuevo visitarlos en mi tiempo libre y poder ser un apoyo para  los docentes de la escuelita.

Como sugerencia, me gustaría poder llevar a pequeños grupos de muchachos del Mojoca para compartir con los niños y si es posible poder traer a los chicos a la capital para motivarlos.

 

5. Comité De Gestión

Brenda, Estela, Laura, Paola, René, Marvin, con la participación de Quenia:  todos los chicos les pareció bonito el viaje “porque hubo muchas cosas que apreciar”.

Paola: Al principio no tenía ganas de ir, pero después de haber ido me sentí feliz. Se atrasó un poco la salida porque en la panadería no tenían listo el pedido. Cuando llegamos fuimos muy bien recibidos, se notó que los niños estaban muy felices. El ambiente era muy bonito, la gente de ahí es muy amable y muy educada; la comida estuvo muy rica, los salones de clases eran muy bonitos y muy presentables, también estaban muy limpios.

Había un campo, flores y árboles. Los niños son muy educados, escuchan con mucha atención. En la asamblea se presento al MOJOCA, los chicos contaron un poco de su experiencia en la calle y los niños estaban muy interesados en saber las clases de drogas. Los niños hicieron una presentación de un baile, hicieron dinámicas. El almuerzo estuvo delicioso, las mesas estaban bien limpias, todos son muy ordenados y ahí todos comen en la mesa con los niños, incluyendo a los trabajadores. Cuando se les dio el cubilete (muffin) a los niños, hicieron una cola y estaban muy felices.

Después fuimos a la finca a ver lo que ellos cosechan, las vacas y también algunas familias trabajando en hacer los petardos. Un señor dio consejos a los chicos de calle, les dijo que aprovecharan lo que tenían y que siguieran adelante. Se ve que se apoyan unos a otros allá en la finca; el centro de salud era muy bonito e higiénico, tenía ginecología, pediatría, dentista, oculista y farmacia. Después se realizó visitas a las casas donde familias enteras trabajan haciendo petardos; niños desde 5 años trabajan, ellos ganan cuatrocientos quetzales a la semana, que no es suficiente para una familia de quince personas. Para los niños es muy arriesgado trabajar en eso; los niños están llenos de pólvora hasta en la cara. La pólvora la tienen que cuidar muy bien porque si la pólvora se cae puede explotar; había un niño que estaba quemado de la cara, él se quemó por salvar a sus hermanas; los niños que trabajan están serios y muy concentrados en lo que están haciendo.

Cuando llegamos nos sentimos felices porque la gente de ahí nos dio un buen recibimiento y nos dijeron que nos sintiéramos en nuestra casa.

Brenda: me sentí triste de ver cómo trabajan los niños, me imaginé ver a sus hijos en ese lugar, les hablé a mis hijos que apreciaran lo que tienen.

Aprendimos que tenemos que aprovechar lo que tenemos y saber ser agradecidos. A veces nosotros despreciamos lo que tenemos, sin saber que hay gente que lo necesita más que nosotros. Los niños son muy responsables en sus labores, no pierden el tiempo y ya tienen la responsabilidad del trabajo. Ellos nos dieron una lección para el MOJOCA, que tenemos que ser responsables y aprovechar lo que tenemos. Esperamos tener otra visita y poderles llevar payasos, piñatas para poder compartir con ellos y poder llevarles algún juguete, ropa que nuestros hijos ya no usen, que esté en buen estado y seguir en contacto con ellos. Marvin estuvo haciendo actividades con ellos. Los del Comité de Gestión dicen que ya no van a comprar petardos.

Quenia: Estoy enojada con el presidente porque él no hace nada por nuestro país y hay gente que no es de nuestro país y nos ayudan, y el presidente es pura publicidad porque él no ayuda a los pobres. Al final del año pasado no tenían fondos en San Raymundo, y los siete trabajadores donaron su bono catorce para que los niños tuvieran recursos.

Marvin: Esta visita fue la experiencia más linda pero a la vez muy triste. A muchos de los que estuvimos presentes se nos acongojó el corazón en gran manera.

Voy a empezar a narrar por qué fue una linda experiencia. Al momento de llegar a este lugar vimos a muchas niñas y niños correr por todos lados, niños muy sonrientes y alegres pero a la vez un poco tímidos; pero la timidez fue aminorándose en la medida que transcurría el tiempo. Al principio de nuestra llegada dimos un breve recorrido a las instalaciones de esta pequeña escuela; se nos dijo un poco sobre cómo empezó esta noble obra de amor y caridad y a todos se nos alegró el alma al escuchar sobre los objetivos de dicha fundación.

Lo triste y muy duro de esta visita fue al momento de enterarnos cómo se ganan el pan diario, pues nos enteramos de que estos niños viven en un lugar de pobreza extrema; debido a esa condición se ven en la necesidad de trabajar muy duro no solo los padres sino también los niños, es decir los hijos.

Lo más triste es que los niños son enseñados hacer el trabajo a muy temprana edad, es decir entre los cuatro y cinco años de vida, además el trabajo que ellos hacen es muy peligroso tanto que ya ha habido varias muertes por causa de la pólvora.

Estas personas, las cuales viven en este lugar tan alejado, elaboran petardos, los cuales han dejado mucha gente quemada solo por jugar con ellos y ya no digamos a los que los hacen, que con un leve descuido que tengan al momento de trabajar pueden lamentarlo para toda la vida. Bueno, esta ha sido mi experiencia; ruego a Dios que tenga piedad de estas personas y niños para que puedan progresar en otra área que no sean cohetes.

Laura: Para mí fue una experiencia muy bonita y a la vez motivadora para cada día luchar más y seguir adelante con lo que me propongo, porque nosotros a veces nos quejamos de lo que tenemos, mientras hay gente que lo desea. Muchas veces no aprovechamos las oportunidades que se nos brindan, mientras que si los niños y esas familias de San Raymundo tuvieran tan solo una oportunidad de dejar esa vida que llevan hasta ahora la aprovecharían a 100% sin pensarlo tanto.

Cuando tuvimos la oportunidad de ir a visitar a las familias enteras que trabajan en la elaboración de petardos y vi al niño de 5 años que ya estaba trabajando, en eso me dieron ganas de llorar porque la misma edad tiene mi hija y yo no quiero ni imaginárme que ella estuviera en ese lugar o en esa situación. La verdad para mi esos niños valen oro. Con respecto al lugar me pareció muy bonito, las personas muy amables, fuimos muy bien recibidos y la verdad yo me  sentí como en familia.